

Mira, yo creo que tiene razón tu padre, para poder seguir defendiendo con convicción lo que haces, antes o después tendrás que replantearte las bases de tus defensas y argumentaciones o puede que termines por debilitarlas o debilitarte. Además ya sabes lo del refrán español de "arrieros semos... y puede que en el camino nos encontremos" y puede que también debido a ello, antes o después, te vieras enfrentada a alguna contradicción personal que tú misma hubieras puesto sobre el tapete, lo que podría ser delicado si alguien utiliza tus propios argumentos legales (en los que no crees) contra ti... uffff.
El problema es que si has de cambiar de estrategia deberás poder atreverte a tirarte a la piscina en algún momento y romper por primera vez el hielo... o quedarás condenada irremisiblemente a vivir perpetuamene en tu contradicción. Y ese paso suele ser difícil de dar porque me imagino que siempre se sentirá como salto al vacío de cara a tu cliente y con el agravante de la posibilidad de sentenciar "en conciencia" que tienen los jueces, que parece que actúan por encima del bien y del mal y que muchas veces no tienen capacidad intelectual para sopesar debidamente las argumentaciones presentadas.
Quizá también sea exacto lo que tu padre te dice acerca de que es el único modo de hacer cambiar la "inercia jurisprudencial", es decir, (si lo he entendido bien) de hacer cambiar el que las sentencias vayan siempre en una misma dirección y un mismo sentido, lo que ya sabes que genera siempre una expectativa de que todo tienda a seguir siendo igual y a perpetuarse en sí mismo, amparándose en que ya fulanito o menganita antes sentenciaron así basándose en tal o cual cosa, y por lo tanto "así deberá de ser".
Es lógico que ahora no te sientas lo suficientemente fuerte, pero creo que sólo es cuestión de sentarse a pensar con tranquilidad. Hasta podría resultarte apasionante. La primera dirección para ese pensamiento que se me ocurre en este estado de sopor


Yo no sé de leyes, pero seguro que cualquier juez podría entender que si, por ejemplo, llegas a demostrar que en la identidad personal forma una parte importante la identidad de género ya sólo habría que demostrar que si se acepta que la identidad personal es un proceso de construcción fruto de la madurez y la selección personal en un camino de constantes elecciones cuyo éxito depende de un determinado grado de conocimiento, determinación, habilidad y preparación, entonces seguro que se ve lógico que una de esas elecciones debería ser el género, como parte integrante, en un ejercicio de suprema libertad; y dado que no todo el mundo tiene la valentía y posibilidades suficientes para poder elegirlo llegado a la edad adulta, desaprovechar ese acto supremo de autoconstrucción social para la propia identidad y dignidad de la persona sería un retroceso respecto al avance social conseguido duramente al paso de los siglos. ¿No eligen un nuevo nombre los monjes cuando entran en una orden o congregación monacal o las personas católicas en su acto de confirmación no pueden cambiar su nombre, que forma parte indisoluble de su identidad ejerciendo así un derecho inalienable en la construcción de su individualidad fruto de un mejor conocimiento de sí mismos que antes de entrar en la orden o de estar prestos al sacramento de la confirmación?... Este tipo de analogías serían de las más básicas que tendrías que dedicarte ahora a coleccionar, para tenerlas como material básico del que desarrollar tus ideas, estrategias y tácticas posteriores.
Bueno, pues creo que por ahí podrían ir un poquito los tiros, buscar analogías ya bien asentadas social y jurídicamente (para que sean incontestables y cualquier intento por negar el derecho al transexual se vea idéntico a negarlo en el caso hipotético objeto de la analogía) en que el proceso fuera exactamente el mismo aunque el objeto sea distinto y a la vez buscar cómo hacer para mostrar que el objeto de la analogía es perfectamente pertinente en la misma. No lo sé, Mariana, seguro que tú misma tendrás muchos y mejores ejemplos que esto que me he inventado torpemente, pero se me ocurre que ésta podría ser una de las vías para que pudieras ir poco a poco montando tus nuevas defensas.
Después, si no te sientes muy segura, como estrategia general yo iría mezclando las nuevas argumentaciones con las viejas e iría soltando lastre poco a poco, para que nunca perdieras la sensación de que tienes el control y si ves que la situación no está del todo en tus manos siempre puedas rápidamente reencauzarla hacia una de las argumentaciones presentada, aunque sea de las viejas

Y si quieres, y si a Andrea le parece buena idea, se me ocurre que podrías proponer en el foro cualquiera de las argumentaciones nuevas que estuvieses ensayando para que así entre todas las personas que te leemos pudiésemos irte contestando qué nos parece y darte nuevas ideas o hacer de abogados del diablo (con perdón)






Con todo cariño,
Mari Carmen